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¡A la mesa!

(2008. 12´ 37´´)

En este video se presenta la elaboración diaria de la comida, la puesta rutinaria de la mesa, además del acontecimiento seleccionado. El ritual de la comida se revela como un sistema perfectamente estructurado y organizador de los valores sociabilizadores. Esta idea, casi una evidencia, tan básica como relacionar el gusto con la educación y la cultura, está plagada, como casi toda evidencia o idea, de paradojas que alteran la linealidad de cualquier tautología. El acto de comer implica una serie de reglas y normas que definen comportamientos y establecen diferencias; así mismo, establece unos códigos, o modos de convivencia, que lo estructuran como un acontecimiento socializador. El proceso preparatorio de la mesa supone un conjunto de ordenamiento que jerarquiza y presitúa a los comensales a la manera de un foro; donde se sustancian las causas y los acontecimientos, a la vez de los propiamente gustativos, de una manera ordinaria y, por tanto, episódica.

La domesticidad se presenta como práctica social que refleja el dominio del espacio privado femenino. Un hábitat que la mujer puede sentir como propio pero también como opresor, ya que escinde la práctica y el comportamiento en ejes reduccionistas de género. Sin embargo, es aquí donde la construcción identitaria del individuo social se vertebra desde la infancia; donde se organizan, como mecanismos vitales, la transmisión generacional de rutinas y los hábitos. Este pensamiento ético o responsable reconoce el carácter de interdependencia constitutiva de todo yo (en el sentido en el que el sujeto es un tipo de ser vinculado a otras personas y se ve afectado por aquellas con las que convive). El sujeto, por lo tanto, no es autónomo, ni plenamente responsable de sí, y son esas relaciones primarias, en el ámbito de lo doméstico, las que determinarán las futuras orientaciones éticas hacia el otro.

El video que mostramos retoma esta clave; presentando el proceso de la cocina como un hecho nuclear y generacional, pero al mismo tiempo (la cámara descubre un juego de destrezas y conocimientos aprehendidos y trasvasados de generación en generación) como un proceso creativo, en el que la artista tiene que hacer compartible con otras tareas domésticas o centrifugados que no puede separar de las demandas de producción de su obra.